Teatro de Marcelo, Roma

Como veíamos en entradas anteriores, muchos de los teatros que Roma construía en sus ciudades eran teatros temporales, provisionales, realizados en madera. Se construían para su disfrute “momentáneo”, y cuando acababan las celebraciones o fiestas, estos eran desmontados.

Pues bien, el Teatro de Marcelo fue el primero construido en la capital del Imperio Romano que no tuvo ese carácter temporal, sino más bien permanente. De los tres de este estilo construidos en piedra en Roma en época de Augusto – el de Pompeyo y el de Balbo-, este es el único que en la actualidad se mantiene aún en pie – en su gran mayoría – y podemos visitar. Construido en el Campo de Marte, este fue mandado edificar por Julio César, y data cerca del año 13-11 a.C. aproximadamente. Su construcción estuvo dedicada a Marco Claudio Marcelo, yerno del Emperador que había muerto prematuramente sobre el 23 a.C.

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Fachada exterior del Teatro de Marcelo que muestra la posterior construcción del Palacio

El de Pompeyo terminó su construcción en el año 55 a. C., y en su origen se encontraba localizado al nordeste del circo Flaminio en el Campo de Marte, y su forma semicircular todavía es visible en la Piazza di Grotta Pinta. Por su parte, el teatro Balbo fue construido en el año 13 a. C. bajo el actual monte dei Cenci. Todos los gastos que suponía su construcción y representación eran elevadísimos, teniendo en cuenta que el período de representaciones duraba medio año aproximadamente –entre los ludi Megalenses y los ludi Plebei-.

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Representación de la posible distribución interna del Teatro

El teatro del que es objeto esta entrada está construido mediante piedra y concreto – mezcla de materiales como la piedra volcánica o la cal, entre otros – y con la fachada realizada sobre mármol travertino, con unas gradas que se podían cubrir con toldos (velarium). Tenía 150 metros de diámetro, con 20.500 localidades, y podía albergar entre 14 y 15 mil espectadores. Con un escenario flanqueado por dos alas con ábside y cubierto por un tejado inclinado a dos aguas que lo protegía tanto de la lluvia como del sol, además de mejorar su acústica. Detrás del escenario había una exedra semicircular con dos pequeños templos.

El teatro, como ya vimos con el de Mérida, prácticamente mostraba siempre la misma estructura: una scaena, orchestra, el graderío, la cavea;  dos entradas laterales que permitían la entrada a las gradas al público,  y a los actores pasar a la orquesta y a la escena.  La escena puede dividirse en el frons scaenae, un “frente de escena”, es decir, una fachada que podía servir de decoración, en hiposcenio, un subterráneo donde guardar las máquinas de la tramoya, y en postcenio, lo que está detrás de la escena y que era utilizado de vestuario.

En la actualidad es visible la estructura externa en mármol travertino que muestra dos niveles de arcadas –originalmente contaba con 3 niveles con 42 arcos cada uno-. Presenta una altura de 32,60 m, dada en su origen por el arquitecto romano, y que contaba con una tercera planta en forma de ático ciego con pilastras corintias. La amalgama de arquerías y órdenes superpuestos seguía la tradición republicana del Tabularium.

Su construcción en el Campo de Marte formó parte de la urbanización donde se construyeron además el anfiteatro de Estatilio Tauro, las termas de Agripa, el Ara Pacis, el mausoleo del emperador y el Panteón.

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Plano que muestra la distribución de los edificios de culto y de espectáculo romano en el Campo de Marte

El teatro fue dañado en un incendio en el 64 d.C., siendo afectado también durante las luchas entre Vespasiano y Vitelio. Dejó de ser funcional en el siglo IV d.C., cuando se empezó a usar como cantera, siendo los materiales reutilizados en nuevas construcciones; si en la actualidad podemos disfrutar aún de él fue gracias a que se transformó en fortaleza en 1150, siendo ocupado por los nobles Savelli y los Orsini. El palacio renacentista que ocupa actualmente su segunda planta fue obra del arquitecto Baldassarre Peruzzi. A partir de aquí la restauración moderna respetó la fachada curva del palacio medieval de los Savelli. Por ello podemos ver que conserva la altura de 32,60 metros original.

Bibliografía:

  • Checa, A. M. (2003). El teatro de Marcelo: Una» empressione di belleza» en la tipología del campo de Marte. Romula, (2), 215-246.

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Origen de Roma como potencia hegemónica en el Mundo Antiguo

El origen de Roma como potencia hegemónica en el Mundo Antiguo.

Para poder entender la historia de Roma como potencia dominadora del mundo conocido deberíamos previamente entender sus orígenes, lo que puede conllevar cierta problemática, ya que este origen es oscuro e incierto. Debemos tener en cuenta y distinguir entre el origen real y el mitológico, que por su parte puede tener destellos de realidad e iluminarnos acerca de este tema.

En el prólogo del libro encontramos los distintos orígenes que le son atribuidos a Roma por los historiadores, antiguos y modernos. Los antiguos opinaban que el origen de Roma se debió a la acción de Rómulo, incluyendo la fecha exacta de dicha actividad, el 21 de abril del 753 a.C.; por el contrario, los historiadores modernos opinan que el origen de Roma se debe a una concatenación de acciones a lo largo del tiempo, que unidas, una tras otra, dan lugar a Roma, por tanto no podemos contar con una fecha exacta, y no sería tan fantasiosa como el origen contado por el mito.

El Imperio Romano

El propio Carandini se dispuso a estudiar también los orígenes de Roma, desde el punto de vista del mito; el mismo nos dice:

 “Soy un arqueólogo, es decir, un historiador que obtiene sus informaciones sobre el pasado ante todo de la cosas hechas por el hombre y de lo que ha quedado de ellas en el terreno” (Carandini, A; 2014; p.1).

Con el fin de aprender de una manera más entretenida y amena el origen de Roma, he seleccionado algunos medios audiovisuales:

Bibliografía:

  • Carandini, A; La fundación de Roma; Editorial: Bellaterra arqueología, Barcelona 2014; Traducción de Juan Vivanco; ISBN: 978-84-7290-689-1

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